Casa Quevedo Torre de Juan Abad
Quevedo, desde la Torre de Juan Abad
(DEDICADO A MI AMIGO ALFREDO MAXIT)
Basta echar un vistazo a cualquier biografía de Francisco de Quevedo (1580-1645) para comprobar que en su vida son frecuentes los episodios de destierro y prisión como resultado de su implicación en la vida política de la época y en las intrigas palaciegas. Cuando ello ocurría, como su admirado Fray Luis de León (a quien Quevedo editó como modelo poético y antídoto anticulterano), optaba por la vida retirada y seguía la senda del beatus ille horaciano, como los pocos sabios que en el mundo han sido, y se refugiaba en la Torre de Juan Abad, municipio de Ciudad Real por cuyo señorío pleiteó largamente. Allí, retirado en la paz de estos desiertos, leía a sus amados clásicos y escribía poemas como éste.
Así pues, este soneto constituye un elogio de la lectura y la formulación de un ideal de vida que pocas veces pudo cumplir dada su activa participación en la azarosa vida cortesana de la primera mitad del siglo XVII. También estos versos compendian muchos temas y tópicos de la estética barroca: la vida es sueño, el menosprecio de corte, el inexorable e irrevocable paso del tiempo, la presencia cotidiana de la muerte... Asimismo podemos contemplar quintaesenciada la tensa retórica conceptista: antítesis y paradojas, que llegan al oxímoron, como modos de avanzar el pensamiento, hipérbatos, metáforas sorprendentes y brillantes imágenes como esos libros siempre abiertos como resumen del amor por la lectura.
Gracias a la lectura, en la soledad amena y docta que le permite su retiro, lejos del vano ajetreo del mundanal ruido (él se tituló a sí mismo señor de la Torre de Juan Abad, al modo de su admirado Michel de Montaigne al que se refería como el señor de la Montaña), Quevedo puede estar en contacto con las almas y los más profundos pensamientos de los autores del pasado, ya irremediablemente ausentes pero definitivamente eternos por sus obras (ars longa, vita brevis), especialmente gracias al radical cambio que supuso la aparición de la imprenta de Gutemberg a mediados del siglo XV, que permitió la rápida y sencilla difusión de los libros, frente al bello aunque penoso discurrir de los manuscritos. Así se lo hace notar a su amigo don Iosef, que no es otro que José González de Salas, editor de las obras poéticas de Quevedo tres años después de su muerte. Así se repetirá el ciclo y don Francisco seguirá hablándonos desde el más allá, conversando ahora con nosotros, sus lectores, y nosotros escuchándolo con nuestros ojos, como quiere el poeta, asegurando su eternidad.
Quevedo añade que ese momento de intensa intimidad y de comunión con los autores, que es el acto de la lectura (la lección) nos mejora personalmente (enmienda y fecunda mis asuntos) y sin duda constituye el tiempo más y mejor aprovechado de nuestra vida: el estudio y retiro del sabio (piedra blanca) en contraste con su desapacible pero inevitable participación en los asuntos de la cosa pública (piedra negra). A ello alude con la costumbre romana de contabilizar con cálculos (piedrecitas) blancos y negros los días buenos y aciagos, respectivamente.
Casa Museo Lope de Vega
Panorama CMI te comparte el capitulo del programa del jueves 12 de marzo del 2015, te contamos qué temas se trataron.
Casa Museo Lope de Vega
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MUSEO de QUEVEDO Gran exposición de Poemas por Frank Manzano
POEMAS DE ESPAÑA POLITIA y SOCIAL
Las malas compañías de Quevedo en la calle de la Madera
Toda la historia de Madrid, contada con su Punto en:
En la calle Madera, tras una fachada poco prometedora, hay un patio. Sencillo. Con el frescor de un naranjo. Casi nadie sabe que ese patio perteneció al gran Francisco de Quevedo. Al menos consta entre los documentos de su testamento como parte de sus propiedades.
Quevedo no tenía una residencia fija. Su vida fue un vaivén de aventuras y corrimientos de tierra políticos y vitales. El caserón actual es del siglo XVIII y aparece en el plano de Texeira. Este plano de Madrid es desconocido y, hacednos caso, es una pasada.
¿Cómo era aquel Quevedo que vivió en esta casa? Pues un macarra. En 1607 tuvo un incidente en la Calle Mayor cuando tuvo un duelo con un tipo llamado Rodríguez. Atención que el tal Rodríguez no era un zapatero
remendón. ¡¡Era un capitán del ejército!! ¡O sea, Quevedo los tenía cuadraos el tío! ¡Retar a un capitán del que entonces era el mejor ejército del mundo! ¡Ole sus gónadas!
Así era Quevedo. Genio y figura. Macarra, maestro, peligroso, genial. Y por encima de todo, inolvidable.
La floja vejiga de Quevedo
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Cuando paseamos por la Calle del Codo no hace falta que nos preguntamos a qué debe su nombre. No hay más que ver su forma en ángulo de 90 grados. Un codo urbano que da a la mismísima Plaza de la Villa.
Manu del Moral (@secretosdemadri) nos cuenta que, según las crónicas de la época, uno de sus transeúntes más ilustres fue Francisco Quevedo y Villegas. El escritor era un hombre de costumbres. No todas buenas. Una de ellas era la de orinar alegremente en este pequeño rincón de Madrid. Por supuesto siempre de vuelta de sus fantásticas parrandas.
Por una vez las autoridades pensaron que tal vez quedaba feo tener un rincón tan feucho y maloliente en pleno centro de Madrid e iniciaron una serie de medidas para evitar tamaño descrédito de las buenas costumbres. La gran idea que se les ocurrió fue la de poner cruces en los lugares susceptibles de ser lugar de alivio urinario. Estaba bien pensado, ¿verdad? ¡A nadie se le ocurriría orinar delante de una cruz! Junto a las cruces colocaron una inscripción que decía Donde hay una cruz no se orina.
Ni corto ni perezoso, no era ninguna de esas dos cosas, Quevedo escribió en la pared otra inscripción que decía: Y donde se orina no se ponen cruces. ¿Tenía arte el tío o no?
Exposición del Retrato de Felipe III de Velázquez en el Museo del Prado
alsur.canalsur.es
El Museo del Prado de Madrid expone por primera vez el retrato de Felipe III de Velázquez, obra donada por William B. Jordan a la asociación American friends of the Prado Museum
[Programa Al Sur. 14/06/2017. Canal Sur TV]
Directora Al Sur: Isabel Pérez Piernagorda
Realizador Al Sur: Aurelio Domínguez
Presentador Al Sur Leonardo Sardiña
Producción Al Sur: Lola Moñús, Francisco Guirado
Documentalista Al Sur: Ana Martínez Domene
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Noticias Fin de Semana. Museo de la Palabra
Reportaje, sobre el presidente de la fundación y el Museo de la Palabra, 22.000 escritos presentados, al concurso internacional de micro relatos, en el museo de la palabra de Quero y con esa cifra, el certamen podría entrar en el libro de lo Guinness. Emitido el 03.02.13 en Castilla-La Mancha Televisión.
El museo de la palabra opta a los premios Príncipe de Asturias
Promueven su candidatura decenas de instituciones y miles de ciudadanos a través de internet.
La Fundación César Egido, impulsora del Museo de la Palabra de Quero, en Toledo va a optar a los premios Príncipe de Asturias. Y en dos categorías: cooperación y premio a la concordia. Promueven su candidatura decenas de instituciones y miles de ciudadanos a través de internet.
César Egido intenta mirar con distancia la candidatura a los premios Príncipes de Asturias. Su Fundación no opta a ningún galardón, lo pide para ella una plataforma liderada por el Ayuntamiento de Quero.
Ya han recogido más de 50.000 adhesiones a través de internet, con un mensaje sencillo, que se entiende en todos los idiomas. Eso sí, saben que como don Quijote, tendrán que enfrentarse a muchas dificultades.
Emitido el 09.05.13
Conferencia: Rosario Weiss (1814-1843)
Conferencia Rosario Weiss, impartida por Carlos Sánchez, Museo Lázaro Galdiano.
El de Rosario Weiss es un caso singular en la historia del arte español por varias razones, no sólo por el hecho de que la artista conviviera durante su infancia y adolescencia con Francisco de Goya, su primer preceptor. Entre ellas destaca el que se especializara en el dibujo, que predomina de forma abrumadora en su catálogo. También sorprende el número de obras de formación que se han conservado, gracias a su aprendizaje junto al pintor aragonés. Su paso por Burdeos, en donde se exilió con su madre y hermano, ambos liberales, le procuró una formación en la estela del Neoclasicismo francés que ella supo adaptar después al gusto del Romanticismo español. Finalmente, por la fortuna de crecer en un ambiente avanzado y culto en el que ser mujer no suponía un impedimento para desarrollar una profesión. Dibujante, pintora, litógrafa y con formación musical, Weiss logró vivir de su talento y ser reconocida como una artista profesional, algo que pocas mujeres conseguían entonces.
Más información sobre el Ciclo de Conferencias del Museo del Prado:
3QM - 17/10/2013
Hoy nos visita Claudio González para una sección de Vivencias única.